Proveniente de una familia de artistas, Lucy Tejada ha sido una de las creadoras más talentosas e imaginativas que han surgido en el país. Aunque ya está retirada, sigue siendo un referente indiscutible en el arte contemporáneo colombiano. Pinceladas a la vida de la ‘pintora de la ternura’ como la denominó Alejandro Obregón. Lucy Tejada es una figura fundamental en la historia de las artes plásticas en Colombia. Desde 1947 cuando realiza su primera exposición, el legado de esta caleña por adopción (nació en Pereira) es un maravilloso viaje por un mundo tejido de sueños, |
evocaciones y propuestas originales, a través de sus facetas como pintora, dibujante, muralista, grabadora e investigadora de variadas técnicas. En 1957 ganó el Primer Premio en Pintura en el Décimo Salón Anual de Artistas Colombianos, por su cuadro ‘Mujeres sin hacer nada’. En 1960 fundó, junto con María Thereza Negreiros, Jean y Mieke Bartelsman, Tiberio Vanegas y Hernando Tejada, ‘El Grupo Taller’ o ‘Grupo de Cali’, primera agrupación de pintores que se conformó en la capital del Valle y a quienes muchos atribuyen el despertar cultural de la ciudad. La artista ha expuesto su obra en Europa y en América, y ha recibido muchos otros premios en concursos nacionales. Hoy, aunque está alejada del pincel, desde su casa enclavada en los cerros de Cali, rodeada de sus cuadros y de una exuberante naturaleza, sueña con otra importante ofrenda artística para Cali y cuya concreción, infortunadamente, ha sido esquiva: la creación del Museo Tejada, para entregarles a los caleños lo mejor de su obra y la de su hermano Hernando, ‘Tejadita’, para que las nuevas generaciones puedan conocerla y disfrutarla. Se dice que su trayectoria en la pintura ha sido marcada por una posición independiente de las tendencias o modas y por eso ha sido considerada una pintora original. ¿En qué ha basado su originalidad? En realidad viene del estilo que uno tenga, de lo que se ha buscado, porque en primer lugar pertenezco a una familia de artistas, mi mamá era pintora y hay varios antepasados que eran artistas. Si uno se cría en un hogar donde la mamá era pintora eso se pega, se unta, se contagia y se está desde pequeño en un ambiente en donde se mueve con gran agilidad. Después uno va construyendo su propio estilo, su personalidad, según las etapas, los sitios y las circunstancias. Usted hace parte de una generación de artistas colombianos que marcaron época. ¿Cuál ha sido el aporte de su generación a las artes plásticas en el país? Ha sido muy importante, porque es la generación de Grau, Ramírez Villamizar, Alejandro Obregón, a quien yo admiraba y quería mucho, Negret. Fue una generación muy activa y muy independiente, porque si se compara la obra de Ramírez con la de Grau son cosas muy distintas, pero a la vez con resultados excelentes y muy definidos. ¿Qué significó codearse con los artistas e intelectuales que se reunían en el Café Automático a mediados del siglo pasado en Bogotá? Yo era de las pocas mujeres que iba al Automático, porque como los cafés eran de hombres las mujeres no pasaban por ahí. Era muy amiga del maestro León De Greiff y había una intelectualidad muy importante que concurría también allí como Juan Lozano, Omar Rayo, Gaitán Durán, entre otros. Vivía al lado de los intelectuales y me sentía a la par. ¿De dónde nace la alta sensibilidad ecológica que refleja en su obra? Creo que corresponde a la misma sensibilidad que desarrollo desde niña con respecto a la admiración por la naturaleza, al entorno, las plantas, a los animales, a todo lo que nos rodea. Existe en el desarrollo de cualquier planta una espiral y es una serie de relaciones de tamaño, de crecimiento, de equivalencia, de similitud, siempre hay una medida armónica, como existe en el Universo. Hasta que llega el hombre y acaba con todo. ¿Cómo ve a las nuevas generaciones de artistas plásticos caleños? No puedo responder mucho acerca de esto, porque no he estado en contacto con artistas jóvenes en ese sentido, porque ya no frecuento las Escuelas de Arte ni galerías, y no tengo contacto mayor. Debe haber jóvenes con inquietudes muy marcadas. ¿Cuál ha sido el reconocimiento más significativo que ha recibido? Le cuento una anécdota. Soy prima hermana de Monseñor Rubiano Sáenz, y una vez que lo visité encontré dos chuspas del Ley en el piso y le pregunté que eso qué era, y me dijo que eran medallas y condecoraciones que había recibido, lo cual me causó gracia. En realidad, para mi el mejor reconocimiento es el que puedo recibir de mi familia. ¿Cómo era su relación con su hermano Hernando? Mutuamente había mucho respeto. El admiraba mucho la obra mía y yo la de él, partiendo del principio de que son muy distintas y con muy distintas influencias. Fue una persona sumamente hábil, un dibujante magnífico y eso se aprecia en la colección de libretas que hizo a través de toda su vida y es interesantísimo ver en ellas el desarrollo de su arte. Toda su obra es muy fuerte, muy grande. ¿Qué quiere decirle a Cali sobre el legado artístico de los Tejada? Pido un poco de respeto, porque no ha sido posible encontrar un lugar en donde ubicar la obra de Hernando. Tener un Museo Tejada no sólo atrae turismo sino que genera renombre a Cali nacional e internacionalmente. Con un legado de estos la gente tiene que apreciarla, y ojalá haya manera de hacer una exposición para llegar a un público muy grande, a las nuevas generaciones, porque los niños se divierten mucho con la obra de Hernando. Que los niños se enteren, sepan y eso es lo que se está tratando de hacer con la exposición de Hernando en la Estación del Ferrocarril, que se hará en noviembre. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario